Edificio central de la Caja de Guadalajara, actualmente en venta. |
El siglo XX ha sido el de las guerras mundiales, que le han
marcado, pero también el del desarrollo financiero: los bancos han marcado la
dirección del mundo y de sus habitantes.
Entre las señas de identidad que dieron a la provincia de
Guadalajara un movimiento nuevo, está sin duda la Caja de Ahorros de
Guadalajara, que creó la Diputación Provincial (era su presidente Antonio Gil
Peiró) en 1964, y que se disolvió, al ser absorbida por CajaSol (era presidenta
de la Diputación María Antonia Pérez León) en 2009.
En ese recorrido de 45 años que ha durado su existencia,
nadie duda de los beneficios que supusieron para la provincia de Guadalajara y
sus habitantes la existencia de un Banco público que no sólo facilitó el acceso
al dinero a mucha gente, sino que sus beneficios revirtieron sobre la provincia
entera, a través de su obra social.
Todos recordamos las exposiciones de arte en sus salas, las
conferencias, libros, certámenes y congresos que patrocinaron; los hogares de
jubilados, fiestas infantiles, apoyo a eventos de todo tipo, ayudas a
asociaciones… creando siempre identidad y marca.
Todo ello ha desaparecido, también sin el más mínimo
desconsuelo por parte de la gente que habita esta tierra. Ahora ese dinero lo
presta y sus beneficios los recoge una entidad de ahorro con sede en Cataluña,
que aquí no deja nada de sus beneficios. Hasta el edificio central, que podría
haber sido de nuevo eje de crecimiento, ha quedado cerrado y con el cartel de “Se
vende” en el tejado.
Cuando decimos que queremos crear la “Marca Guadalajara”
debemos olvidarnos de esta triste historia. Porque es la más clara evidencia de
cómo se destruye. En todo caso, debe quedar aquí como ejemplo de lo que no debe
hacerse: crear cosas con el esfuerzo de quienes aquí vivimos, y luego entregárselas
a otros.
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