lunes, 23 de julio de 2018

El arte románico, una posible "marca" para Guadalajara


Ahora que se busca manifestar la “marca” de cualquier cosa, a Guadalajara no le vendría mal encontrar esa marca que algunos llevamos años tratando de encontrarla, y de manifestarla.
La “marca España”, que tiene montado un amplio y denso sistema burocrático y administrativo, con muchos cargos al frente de la misma, va consiguiendo sus objetivos a pesar de los palos que desde muchos frentes se le van dando. Cuando la fiesta taurina (sanfermines incluidos) se alza en visibilidad preferente, la ridiculez del independentismo de los Països Catalans intenta cargársela. Cuando la memoria histórica de la Colonización de América asoma en algunos personajes, ciudades o aniversarios, cuatro sinvergüenzas corruptos se la laminan.Es esta una historia de amaneceres y ocasos a la que no se le ve el fin. Pero hay que seguir avanzando en ella.
Guadalajara, al tiempo, tendría que conseguir esa marca. Hace pocos años un grupo de alcarreños iniciamos un movimiento para buscar la “marca Guadalajara” que no llegó a ningún puerto porque no encontramos el mínimo apoyo institucional y social. Parece como si esto no interesara, o que incluso molestara en las alturas.
Pero no vamos a desanimarnos por ello. Hay que seguir buscando. Guadalajara tiene potencial serio para cimentar esa “Marca”. Una de ellas era el palacio del Infantado y la historia de sus constructores, los Mendoza. El palacio, finalmente, vapuleado y con una evidente mala suerte, ha terminado por cerrar completamente al público, a las visitas y casi a la memoria de las gentes. De los Mendozas, para qué hablar…
Una de arena, y otra de cal: el Ayuntamiento de Guadalajara se ha propuesto levantar la marca de la ciudad con un viso deportivo innegable, activo, con muchos seguidores entusiastas. Ese es un camino. El título de “Ciudad Europea del Deporte” que este año disfruta la ciudad, todos sabemos cómo se consigue (la vida es como es…) a base de llamadas, recomendaciones, y, finalmente, pagando algo a alguien. O sea, poniendo dinero.
Nada es gratis. O sí. Porque hay un elemento que emana de la historia, que permanece en el patrimonio secular, que puede dar una imagen de marca que solo necesita de expresarse, y de “poner en el escaparate”. Me refiero el Románico de Guadalajara. Otras provincias españolas lo tienen (Palencia, por ejemplo, Burgos, Soria…) y otras regiones europeas basan su marca en el Medievo, que palpita en sus geografías. Aquí también, a pesar de abandonos e ignorancias. Por ese camino, inisistente y meditado, hay que seguir andando. El “Románico de Guadalajara” como marca de la provincia.
Y digo todo esto a propósito de la Exposición que en Sigüenza, en su Museo Diocesano, se está mostrando este verano. Bajo el título de “Fortis Seguntina” y con el esfuerzo de la diócesis, del Cabildo, de sus gerentes, y del director del Museo referido (entre otros muchos y muchas…) se ofrece un repaso a la época de la Edad Media en que comenzó a construirse el edificio de la catedral. El siglo XII, (ahora se cumplen exactamente los 850 años de la Consagración canónica de la catedral, y por eso ha sido proclamado por el Vaticano el “Año Jubilar”) y los dos siguientes, ven crecer en tierras de Guadalajara el arte medieval genuino. En un reciente libro recopilatorio, José Arturo Salgado llega a encontrar y comentar más de 300 muestras de “Todo el Románico de Guadalajara”. Y en la exposición que digo, se exponen vírgenes talladas sobre madera, detalles ornamentales, documentos, y un buen número de maquetas y reproducciones de elementos de ese “románico de Guadalajara” que nos vale de marca, y para la que a partir de ahora hay que buscar compañeras.

jueves, 30 de enero de 2014

EXPATRIADOS

Un expatriado, como todo el mundo sabe, es una persona que, de forma temporal o permanente, reside fuera del país donde nació.

Y cada país recibe expatriados de otros y, a la vez, emite los suyos a países terceros.

A nadie se le escapa que, en ambos casos, se trata de los mejores embajadores, o propagadores del país que los recibe o los emite.

Y en Marca Guadalajara somos conscientes de ello. De su importancia como portadores de esa imagen, de esa marca potente que buscamos dar de nuestra provincia.

La semana pasada hablábamos de algunos de los grandes expatriados que hemos tenido con nosotros: Arcipreste de Hita, Don Juan, Leandro Fernández Moratín, Camilo José de Cela, Manu Leguineche, Javier Reverte etc.

Nos ocuparemos de contactar también a los expatriados ilustres que tiene Guadalajara fuera de sus lindes.

Para que nos cuenten cómo nos ven ellos desde fuera. Qué tenemos. Y qué nos falta.

También para que nos expliquen lo que hacen. Por qué son aplaudidos donde están. Y si también son profetas en su tierra.

Una labor apasionante, sin duda. Para la que vamos a solicitar la colaboración de muchos. La tuya.

Muchas gracias.

Francisco Rodríguez  Tejedor
Escritor.

viernes, 24 de enero de 2014

Una marca que desaparece

Edificio central de la Caja de Guadalajara,
actualmente en venta.
El siglo XX ha sido el de las guerras mundiales, que le han marcado, pero también el del desarrollo financiero: los bancos han marcado la dirección del mundo y de sus habitantes.
Entre las señas de identidad que dieron a la provincia de Guadalajara un movimiento nuevo, está sin duda la Caja de Ahorros de Guadalajara, que creó la Diputación Provincial (era su presidente Antonio Gil Peiró) en 1964, y que se disolvió, al ser absorbida por CajaSol (era presidenta de la Diputación María Antonia Pérez León) en 2009.
En ese recorrido de 45 años que ha durado su existencia, nadie duda de los beneficios que supusieron para la provincia de Guadalajara y sus habitantes la existencia de un Banco público que no sólo facilitó el acceso al dinero a mucha gente, sino que sus beneficios revirtieron sobre la provincia entera, a través de su obra social.
Todos recordamos las exposiciones de arte en sus salas, las conferencias, libros, certámenes y congresos que patrocinaron; los hogares de jubilados, fiestas infantiles, apoyo a eventos de todo tipo, ayudas a asociaciones… creando siempre identidad y marca.
Todo ello ha desaparecido, también sin el más mínimo desconsuelo por parte de la gente que habita esta tierra. Ahora ese dinero lo presta y sus beneficios los recoge una entidad de ahorro con sede en Cataluña, que aquí no deja nada de sus beneficios. Hasta el edificio central, que podría haber sido de nuevo eje de crecimiento, ha quedado cerrado y con el cartel de “Se vende” en el tejado.
Cuando decimos que queremos crear la “Marca Guadalajara” debemos olvidarnos de esta triste historia. Porque es la más clara evidencia de cómo se destruye. En todo caso, debe quedar aquí como ejemplo de lo que no debe hacerse: crear cosas con el esfuerzo de quienes aquí vivimos, y luego entregárselas a otros.


jueves, 23 de enero de 2014

GUADALAJARA Y LOS HOMBRES DE LETRAS.


Dicen que no hay nadie como los franceses para saber hacer suyos, para apropiarse en el mejor sentido del término, para nacionalizar, en definitiva, como franceses, a los hombres insignes de las letras universales, y de las artes,  a sus obras  y legados,
en cuanto pueden encontrar en ellos un anclaje, una percha en la que colgar  “la  grandeur de la France”, más allá de distingos de nacimiento.

Y ello, me parece a mí, produce una corriente enriquecedora y ambivalente, o de dos direcciones: La propia cultura francesa se abre a lo bueno del exterior y lo bueno del exterior busca ese sello prestigioso de su estadía en el país vecino.

Y uno, modestamente, ha buceado entre los hombres insignes de las letras de nuestra provincia y, creo yo, que no somos menos hospitalarios,  inclusive a lo mejor más, que nuestros vecinos gabachos, aunque no estoy tan seguro de que nos sepamos vender igual de bien.



Veamos una muestra: Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita que, si bien, es más conocido por su cargo en Hita que por su nombre, no figura en algunas de las listas de Guadalajareños ilustres, como la que propone Wikipedia. Y el autor del “Libro del buen amor”, figura señera de la literatura medieval española, debiera ser, quizá, el patrón de nuestras letras. Aunque naciera, que tampoco se sabe a ciencia cierta, en Alcalá de Henares, en Alcalá de Guadaira o quién sabe en qué Alcalá.

Justo un poco más tarde aparece la figura de Don Juan Manuel, el toledano autor de otra obra señera de los principios de nuestra literatura: El Conde de Lucanor. Aunque quizá, más importante que su lugar de nacimiento,  debiera ser el lugar donde  engendró a su criatura literaria. Máxime si tal sitio se corresponde con el
imponente y perdurable castillo de Cifuentes.

Lo mismo cabe decir del más importante dramaturgo del XVIII, el madrileño Leandro Fernández Moratín, autor entre otras obras de la famosísima “El sí de las niñas”, que gastó una buena parte de su vida en Pastrana.

El escritor español más relevante, quizá, del  siglo XX, gallego de origen y Premio Nobel de Literatura, Camilo José Cela, hizo más por nuestra provincia con su famoso
Viaje a la Alcarria, que los más orgullosos lugareños. Y gastó una buena parte de su vida con nosotros. Precisamente los carteros del Nobel, allá en Estocolmo, tuvieron que dirigir  a nuestra tierra su carta anunciadora del merecido galardón.

Y, por último, para no ser reiterativo en el argumento, el recentísimo caso de Manu Leguineche, fallecido hace unos días. Patrón y mentor de reporteros. Jefe de la tribu de los periodistas de riesgo y acción. Trotamundos que abarcó varias veces la circunferencia terrestre. Escritor de vivencias y geografías  a lo largo y ancho del planeta, vivió durante los últimos 20 años en Brihuega y murió en su casa de la capital de la Alcarria.

Y uno ha leído, con gran orgullo, que Manu Leguineche se despidió de este mundo en la Casa de los Gramáticos, situada precisamente  en la Plaza de Manuel Leguineche de Brihuega.

 Y me ha parecido que ese debe ser el camino: Quizá no hay que irse demasiado lejos para saber vender bien nuestras cosas y nuestra cultura.

Quizá todo sea mucho más fácil. Tal vez solo haya que tratar bien a quienes bien nos quieren, aunque no hayan nacido aquí.

Y ya se encargarán ellos, sus obras y sus mentores,  pero también nuestro inteligente proceder, de pasear nuestro nombre y nuestra cultura, hasta confines donde nosotros tal vez no  nos hayamos ni atrevido a soñar en llegar.

Francisco Rodríguez Tejedor
Escritor.


sábado, 18 de enero de 2014

Cómo vamos a crear la "marca Guadalajara"


Iniciando el siglo XXI, sabiendo que estamos en un cambio permanente, y que una tierra como la de Guadalajara, en el interior alto y seco, frío y asolado de la Península Ibérica, no tiene un futuro claro ni fácil, abrimos este espacio en la Red para dejar correr las opiniones, -sensatas, meditadas, realistas- que los lectores y visitantes puedan y quieran aportar.

Estamos convencidos que una de las primeras tareas que se imponen es la de crear una idea de “marca”, la de aunar y conjugar los valores que a Guadalajara la hacen diferente, la distinguen de otras tierras españolas, y la sitúan en un punto de atracción que merece la imitación, el estudio, el aplauso o la corrección.

Con este blog pretendemos dar un nuevo ímpetu a la identidad de Guadalajara y su provincia, para mostrar la esencia de su discurrir, actual, pasado y futuro: saber de sus mejores lugares, pueblos y monumentos; de sus mejores paisajes y ofertas gastronómicas; de sus gentes que con esfuerzo la han hecho como es; de su historia y aconteceres. Y conseguir que Guadalajara sea conocida y apreciada en cuanto vale.

A través de diversas encuestas, vamos a sacar conclusiones, que queremos compartir con vosotros. De ellas saldrán las auténticas señas de identidad de nuestra tierra, y con ellas podremos decir que establecemos la “marca Guadalajara”. Dichas encuestas, a las que se podrá tener acceso desde este blog, nos van a permitir conocer, y establecer, los parámetros personales de la provincia: en monumentos, paisajes, gastronomía, celebraciones, personajes y objetivos.

Detrás de esa definición de “marca” no se esconde ningún objetivo comercial, tan sólo la intención de que sobre esos elementos que la componen se trabaje y se utilicen para hacer que nuestra tierra sea más conocida, fácilmente identificada, y que de esas señas de identidad, de esa “marca Guadalajara” establecida, puedan beneficiarse otros muchos, todos nosotros, los habitantes de esta tierra. Entonces sí, vendiéndola como se merece. Y al mismo tiempo, y con ello, creciendo todos.

miércoles, 15 de enero de 2014

El valor de la tierra propia




EL VALOR DE LA TIERRA PROPIA: EL VALOR DE GUADALAJARA. 


No sé si os ha pasado también a vosotros: Que a medida que la edad avanza, vuelve uno  su cabeza, y su mirada,  hacia sus raíces.

Ya lo dijo Erich Fromm hace muchos años: “El nacimiento no es un acto, es un proceso”. Quizá,  de ahí, que se busque esa consistencia con el inicio de tu vida. O que ésta , al final,  solo sea un círculo en el que los extremos, precisamente el inicio y el final, se tocan.

O, quizá, lleve toda la razón el eximio poeta Rilke. Y el escritor castellano Delibes. Que dijeron ambos prácticamente lo mismo: “La única patria que tiene el hombre es su infancia”. El sitio donde uno nació y creció.

Y yo ando muy lejos de llevarle la contraria a tan altos próceres de la cultura. Sino, más bien, nado a favor, y mucho, de esa corriente.

Por ello, cuando uno ha entrado y anda bien avanzado en la cincuentena y, sobre todo, la etapa profesional a la que ha dedicado prácticamente toda su vida ha llegado a su fin con la prejubilación, es el momento, por lo menos es mi caso, de volver hacia tus raíces.

Sobre todo cuando has estado muchísimo tiempo en otras cosas. En otros horizontes. En otras geografías. Y parece que tu tierra te reclama, ahora que tienes tiempo y energías más disponibles.

Yo llevaba con estos pensamientos en mi cabeza algún tiempo. Dándoles vueltas.

Hasta que se fueron concretando y, paralelamente, se cruzó en mi vida una persona clave para darles forma y ponerlas en práctica: Antonio Herrera Casado. Que, como sabéis, lleva trabajando en estos temas muchísimo tiempo.

Así que  le hice  un bosquejo, todavía no muy nítido del proyecto en el que estaba pensando  y   él, inteligentísimo como es,  rápidamente lo captó y lo engrandeció mucho más.  Yo nunca le agradeceré bastante que me escuchara,  lo primero, y que, luego, se animara a hacerlo también suyo , y a impulsarlo con sus fuerzas que son infinitamente mayores y más expertas  que las mías en este campo.

Al final todo este proyecto consiste en poner en valor a nuestra tierra. A darle valor  a lo que tenemos y a buscar que otros también se lo den. En eso se resume “Marca Guadalajara”.

Buscaremos, por tanto, identificar lo más valioso que tenemos: en monumentos, en rutas paisajísticas, en gastronomía, en personalidades, en tradiciones y fiestas.




Queremos que  esa búsqueda la concreten  los principales territorios que componen la provincia a través de las opiniones  de los lectores que sigan Marca Guadalajara.
Y, luego, seamos capaces entre todos de proyectar estas “maravillas” al exterior.  Hay algunos proyectos todavía en fase muy inicial como hacer un buen documental sobre los mismos que sirva de escaparate y proyección y otros similares que deberán ir concretándose  entre todos a medida que el proyecto avance.

Nuestra idea es que este sea un tema colectivo en que un grupo de personas, contra más mejor, aunque de una forma organizada, con afición, amor a la tierra y voluntad de hacer cosas, pongan su granito de arena para elevar  lo que podamos los valores culturales, artísticos, patrimoniales de nuestra tierra y hacer que sean más conocidos y más reconocidos.

 Por lo tanto será una visión positiva de lo nuestro, teniendo en cuenta lo que dijo la escritora Concepción Arenal, hace también muchos años ya: “Mal halaga a su patria quien halaga sus faltas, en vez de señalarlas”.

 Porque, en el fondo, y como también se dijo hace muchos años ya: “La patria no existe sin el amor de sus hijos”.

Francisco Rodríguez Tejedor
Escritor.

lunes, 13 de enero de 2014

Rasgos de Guadalajara


Guadalajara es una ciudad castellana, amable y acogedora donde las haya, cuya esencia está hecha de recuerdos históricos, de presencias patrimoniales, de perspectivas de futuro. Cuatro rasgos fundamentales pueden definirla.
El primero, el rasgo de su esencialidad. Cuáles sean su materia y su forma. Por qué es cómo es, y desde cuando.
El segundo, el rasgo histórico, o biográfico. El devenir cronológico de sus más importantes acontecimientos que la definen.
El tercero, el rasgo patrimonial, el que se nos revela a la mirada lo que hoy queda de tantas siluetas como tuvo y aún le quedan.
El cuarto, en fin, el rasgo turístico.

1. El rasgo esencial

La esencia de las cosas (también de las ciudades) corresponde definirla a los filósofos, y quizás a los poetas. De los primeros hay muy pocos. En nuestros días, cada vez menos. Es una especie a extinguir. Y de los segundos hay buenos, magníficos, y de alguno de ellos voy a escoger palabras con las que trate de encontrar, o al menos de perseguir, la esencia de Guadalajara.

VERSOS de José Antonio Ochaita, cuando cantaba a "Guadalajara, así, así, como eres":

Así, así, como eres... /¡Por Dios, que no te cambien,/ ni te unjan, ni te adoben, / ni te impulsen, ni te alcen...! / Así, así, como eres... /desvencijada, frágil/ inconcreta, decrépita / innominada casi.... / Así; así, como eres... / estéril: blanca; mate; a trasmano; a destiempo; a espaldas; a pesares... / así, así, como eres... /Ciudad hecha de tardes /infinitas: de ahogos / metafísicos; de éxtasis... / así; así; como eres... / De guijarros, de aire, de esquinazos mordidos; de balcones volcándose.../ así, así, como eres... Toda hueso sin carne; toda espejos partidos; toda pena sin cauce...

VERSOS de José Antonio Suárez de Puga en su "Tríptico a Guadalajara":

"Amor de luna, alcázar desnudado.
¿Donde Brianda, Pedro, Iñigo, fueron?
¿Su gracia dónde? ¿dónde aquél que dieron
pulso de su denuedo demostrado?....

Y sigue:

En la panoplia del glorioso celo
donde sus armas duermen con la hiedra
perenne y victoriosa, allí tu gozas
firme en tu firme vocación de cielo,
Guadalajara, milenaria piedra
tallada en el blasón de los Mendozas".

PALABRAS de Alfredo Villaverde en su "Guadalajara" de la colección "Ciudades Mágicas", cuando la define en cuatro líneas:

La ciudad gravita en los carriles del tiempo
como esos remolinos de viento de las tormentas de verano
que apenas alcanzan a aventar polvo, papeles rotos
y hojas caídas girando continuamente sobre sí misma.

Aparte de estas frases, hermosas y hondas, que pueden ir dando razón inicial de una eternidad a todas luces sorprendente, solo nos queda definir, desde nuestra perspectiva de ciudadanos que la llevan recorriendo, a pie y en coche, largos años, que Guadalajara es una ciudad amable, vital, cargada de una historia que pesa en el aire, de un largo rimero de aconteceres que de alguna manera se dejan notar según se andan sus calles, desde hace ya más de 1.200 años.
Una ciudad que ahora está en plena expansión, en el momento más dinámico y más poblado de su historia. No sé si decir que en el momento más vital, porque de esos momentos hubo muchos, con latido fuerte, en los que la ciudad tuvo proyectos reales que supusieron cambios radicales, como el instante después de la Reconquista, la perspectiva del poblamiento de América con cientos de sus vecinos, la puesta en marcha de la Fábrica de Paños, la instalación de la Academia de Ingenieros...
Es Guadalajara, en cualquier caso, una ciudad que camina ilusionada en busca de proyectos. Y eso es lo más importante.

2. El rasgo histórico

Sería interminable hacer el recuerdo, aunque breve y resumido, de la historia de esta ciudad de Guadalajara. Porque en todas las épocas ha tenido su importancia y ha jugado un papel clave en la dinámica política y social de Castilla. Dada la estrategia de su emplazamiento, vigilante desde cualquier punto de ella de todo el valle del Henares, ya en tiempos de los iberos tuvieron asentamiento en las terreras del Henares estas gentes, que fueron posteriormente asimiladas por los romanos, por los visigodos, por los árabes. La Madinat-al-Faray del siglo IX puede considerarse el germen de esta ciudad como tal. Los jerarcas islámicos de la parte oriental de la Marca Media asentaron en su alcázar los reales, y desde allí dieron vida a una población dinámica, cobijando a mercaderes, sabios, guerreros y santones.
La Reconquista llega en 1085 de la mano del rey Alfonso VI, y con ella el asentamiento de nuevas gentes venidas del norte. Una explosión constructiva recorre el burgo a lo largo de los siglos XII al XIV: se elevan iglesias, todas de estilo mudéjar, y se afirma esa huella de los árabe tamizada por lo occidental y cristiano. Durante la Baja Edad Media Guadalajara es armónica conjunción de razas y religiones. Los médicos de los Mendoza son judíos; sus jardineros, árabes. Pero estos también son administradores del municipio, y los alarifes más aventajados en la construcción rezan mirando a La Meca...
La etapa crucial de la Historia de Guadalajara amanece en el siglo XIV con la llegada de los Mendoza desde tierras de Alava. Aquí surgen las ideas, las imaginaciones y los poderes de Iñigo lópez, el primer marqués de Santillana; de Pedro González, el Gran Cardenal ahora con estatua; de Diego Hurtado, el pietista e iluminado, o de doña Ana, la bondadosa fundadora de conventos... Guadalajara se impregna de edificios, frases y escudos mendocinos, tomando su identidad.
Años más oscuros, apagados y vacíos los de los siglos siguientes, en los que sólo las Guerras con su devastación, y los intentos de aupar al pueblo con trabajo a través de la Fábrica de Paños, la Academia de Ingenieros, la fábrica de la Hispano-Suiza, etc., aportan aires de dinamismo y esperanza, siempre fallida.
Tras la Guerra civil del 36, en la que Guadalajara sufrió como pocas una larga guerra de tres años, con sus secuelas de desgracias personales y monumentales, el desarrollismo de los años 60 con los Polígonos de Descongestión de Madrid ha abocado al momento actual, en el que por las tardes nos juntamos 100.000 personas en esta ciudad, muchas de ellas montadas en coche.

3. El rasgo patrimonial

Tal mezcla de estilos en sus edificios tiene la ciudad de Guadalajara que se hace difícil ordenarlos, establecer un camino para seguir su huella, alzar la mirada de una forma lógica. Todo interesa. Desde el puente sobre el Henares, construido en época califal por los árabes, a ese Alcázar que subiendo la cuesta desde el río poco después encontramos. Nuevos hallazgos lo están poniendo en valor, diciendo cómo la esencia de la Wad-al-Hayara islámica partió de él y se expandió por la ciudad.
El viajero que llega, por el camino clásico, desde Madrid, entra a la ciudad por su gran plaza (hoy en obras desaforadas) de la Fábrica. Allí está la iglesia de los Remedios, con su interior sembrado de recuerdos trentinos, y enfrente el palacio del Infantado...
Seguimos calle mayor arriba, y vemos Santiago, la antigua iglesia de las monjas claras. O el palacio de don Antonio de Mendoza, joya del Renacimiento hispano. A manderecha de la calle mayor, el palacio de Dávalos, hoy en proceso de restauración. Y en la plaza, en esta que estamos, el viejo/nuevo Ayuntamiento que cumple ahora su primer siglo de vida. Más arriba San Nicolás, con tantas joyas dentro (el retablo barroco, la pila de Lupiana, el enterramiento de Rodrigo de Campuzano...) y aún seguimos hasta San Ginés.
Pero por el lado del barranco, por la antigua calle del Barrionuevo (residencia de los judíos) nos encontramos con las Carmelitas de San José, otra obra sorprendente, deliciosa, del arquitecto fraile Alberto de la Madre de Dios y su inmenso cuadro de Vargas sobre la "Transverberación de Santa Teresa". Más allá, la concatedral Santa María de la Fuente la Mayor, enclavada en el solar donde estuviera la primitiva y mayor mezquita, con sus grandes puertas de curvas sirias, y su torre de silueta también islámica. Enfrente, en la cuesta, la siempre cerrada capilla de Luis de Lucena, ejemplo excelso del eclecticismo en el siglo XVI, combinando arquitecturas puramente mudéjares con el esplendor pictórico del Manierismo florentino.
Seguimos aún más y nos encontramos con los restos de la primitiva puerta de Bejanque, y allí, de frente, la mole de San Francisco, desde donde subiremos luego, andando, hasta el gran Panteón de la Condesa de la Vega del Pozo, joya máxima del arquitecto Velázquez Bosco.

4. El rasgo turístico

Guadalajara... a un paso. Tal es el mensaje, unido a un expresivo logotipo, que nos envió hace unos meses el creador de la imagen de reclamo turístico premiada por el Ayuntamiento.
De Turismo en Guadalajara se lleva hablando mucho tiempo, pero nunca había existido una voluntad, o mejor diría, una iniciativa clara, para darle cuerpo a la idea de atraer viajeros, de convocar visitantes, de poblar de curiosos, mirones y admiradores las calles y plazas de Guadalajara. La tarea, que debe ser mixta entre la iniciativa pública y la privada, no se había puesto en práctica por la abulia de la primera, proverbial, y por la indecisión y el sentido subvencionista de la segunda.
Guadalajara sigue teniendo problemas para el lanzamiento del turismo. Yo centraría en tres aspectos esa barrera que está todavía impidiendo que la parcela turística de nuestra ciudad sea ancha y dinámica, verdaderamente con latido y realista.
El primero de esos problemas es la inexistencia de una imagen de ciudad turística para Guadalajara. No tiene marca todavía. Quizás han primado otras imágenes (incluso más oportunas y posibilistas) como la de un enclave bien situado para la industria y el comercio en el corredor del Henares, o la Ciudad de los Cuentos por su bien conseguido Festival callejero y palaciego de narraciones orales. La imagen de "la ciudad del corto" que teníamos en los años 40 y 50 afortunadamente ha pasado. Pero hoy prima otra visión, la de ciudad dormitorio, la de ciudad un poco más allá que los clásicos dormitorios del cinturón de Madrid, y que supone un ámbito de relax, de ciudad cómoda, agradable, amigable y con todo a mano. La imagen, repito, de ciudad turística, la que merece hacer un viaje hasta ella para verla y disfrutar un día, o tres días, con ella, esa no ha cuajado todavía.
El segundo de estos problemas, es el de la no apertura de sus edificios emblemáticos. Una y otra vez hemos expuesto, y lo han expuesto muchas otras personas, periodistas, colectivos, que los edificios capitales del patrimonio artístico de Guadalajara están cerrados o presentan grandes dificultades para ser visitados y admirados.
El tercero de los problemas que encuentro, en este análisis apresurado del necesario arranque del Turismo en Guadalajara, es el de la escasez de ofertas complementarias para el visitante: Museos escasos, precaria señalización de los monumentos, escasa iniciativa del comercio a la hora de crear imágenes representativas, recuerdos, camisetas... un mundo de posibilidades con el que nadie se ha enfrentado. Eso, por no hablar de la nula presencia de nuestra ciudad en los circuitos de los grandes tour-operadores en las visitas de un día en torno a Madrid. Desde aquí, desde “Marca Guadalajara”, vamos a buscar entre todos una mejor identidad, y a dar los primeros pasos para que Guadalajara, ciudad y provincia, se reconocida y reconocible.